9.6.08

Una chica cortada en dos


Creo que ya comenté una vez que Chabrol es uno de mis directores fetiche y que, superada la indiferencia que al principio me provocaba el estilo frío y sobrio de sus películas, ha conseguido cautivarme con sus recurrentes temas sobre los recovecos del alma burguesa de provincias, el poder, la ambición y su personalísima forma de ver el amor.

Con "La chica cortada en dos" no sólo lo ha vuelto a hacer, sino que lo ha hecho como pocas veces.

Con esta película, uno de los papás de la Nouvelle Vague le da a las clases altas la patada más fuerte de toda su filmografía y demuestra una asombrosa capacidad para esquivar los conceptos de moralidad - inmoralidad como si de agua y aceite se tratase. Y no como modo de venderse a sí mismo y a su cine, sino como convicción absoluta de que los términos del bien y del mal son tan relativos como intocables.
Posee un guión plagado de genialidades, más barroco que cualquier otro de sus anteriores películas y sin concesiones a ningún tipo de convención ( y es en este punto donde merece todos mis elogios).
El trabajo de los actores es simplemente magistral, empezando por Ludivine Sagnier, que pone un inmenso talento al servicio del papelón que le ha tocado, pasando por el gran Francois Berléand y terminando por un Benoit Magimel (suspiro...) que desconcierta al principio por su exagerada interpretación pero que acaba resultando absolutamente creíble en su caricaturización de niño rico. En realidad, nada en esta película suena a impostura porque el que conoce la obra de Chabrol sabe que ha dicho todo lo que tenía que decir sobre la burguesía a la que tanto gusta atacar. Quizá esa caricatura ridícula de las clases altas que refleja el film es el siguiente paso natural en su cine (algo así como que si el modus operandi de las clases altas es ridículo sólo puede filmarse en términos caricaturescos).

Chabrol ha tomado un hecho real acontecido en USA a principios del XX y lo ha convertido en una brillante reflexión con múltiples lecturas sobre lo que es ese amor escondido bajo los protocolos que establecen el dinero, la ambición, la perversión o la degradación del ser humano.
No es sólo la historia de una chica dividida entre dos amores, sino una reflexión sobre el amor que nos divide, que nos deja de forma perpetua cortados en dos.

Lo más curioso de esta gran película es que no gana por lo que no se dice, sino - y a pesar de - por lo que dicen y hacen sus personajes, que pueblan un ambiente degradado y malsano en el que de forma milagrosa hay espacio para los verdaderos sentimientos. Es decir, que el amor crece en los terrenos más insospechados, incluso los recubiertos de perversión, ambición, ego y poder.
Me pareció una película ágil, redonda, perfecta, genial en todos los aspectos y con un bellísimo final que ya forma parte de mi particular universo cinematográfico.

Una absoluta maravilla, aunque puede no convencer a los detractores de Chabrol que le acusan de repetirse hasta la saciedad. Lo reconozco, pero eso, sinceramente, no me molesta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Chabrol tiene un no sé qué que me pone mucho. Es como Woody Allen, que hay quien dice que hace siempre lo mismo, pero me da igual, disfruto placenteramente casi todo lo que hace.

Y mejor si es en buena compañía!
;-)

Anónimo dijo...

Hasta ke no se me pase la impresión de ver "La niebla" creo ke no tendré hueco en mi corazón pa otra peli. Y me temo ke van a pasar meses.

mariett dijo...

Me encanta venir aunque a veces no pueda decirte nada.
:D)

Cosimo dijo...

Tb97, idem a todo! ;)

MM, me la apunto. Me daba no se qué por las 1001 malas versiones que se han hecho de novelas de Sthepen King.

Marietta, puedes decir lo que quieras, ya lo sabes. Pero si no se te ocurre nada, también sabes que sólo con tu presencia mi blog se ilumina. Muuuuuak!

mariett dijo...

No la veo en cartelera, sniff!!