21.4.08


"En todo lo que hago, lo último que quiero es ser profesional. Yo quiero que lo que hago sea personal, no profesional. Así que si la gente me acusa de eso, me parece perfecto. De hecho me alegra. Para mí el arte sólo es interesante si la persona que lo hace tiene que librar algún tipo de batalla interior en el proceso, averiguar algo o simplemente comprenderse mejor a sí mismo". Mike Mills

15.4.08

Estoy trabajando

Por cosas del destino, cayó en mis manos hace varios meses el libro Castillos de cartón de Almudena Grandes. Quien me lo recomendó encarecidamente hizo hincapié en que la novela reproducía casi con exactitud lo que "nos estaba sucediendo" por aquel entonces.
A medida que iba adentrándome en la historia, me daba cuenta de la similitud entre aquello que iba leyendo y lo que acontecía a mi alrededor, sobre todo en lo que a relaciones y reacciones emocionales de los personajes se refiere. No daba crédito a todas esas semejanzas.

El libro llegó a convertirse en una especie de profecía. En ocasiones, temía seguir leyendo. No quería saber lo que podría llegar a sucedernos una vez que había decidido asociar lo que le pasaba a los personajes con nuestras propias vidas.

Una amistad agotadoramente intensa entre dos chicos y una chica en la que el amor fue el epicentro del terremoto. Y que como todo lo que no tiene mesura, acaba por romperse. No agotarse ni desvanecerse, sino romperse.

Años después de rota esa amistad que les marcó para siempre, uno de los personajes resume su vida posterior a aquella época de la siguiente manera: "después de aquello, no paré de trabajar. Trabajé sin parar. Trabajé hasta que me quedé sin fuerzas". Supongo que esa fue la mejor manera de arrancarse el dolor por la pérdida de todo aquello.

Más que menos la profecía se ha cumplido. La intensidad de nuestras emociones no nos condujo a nada bueno y rota aquella relación (no gastada ni desaparecida, sino rota) no hemos parado de trabajar cada uno por nuestro lado. Llegamos a casa agotados, hemos dejado de tener tiempo, pero hemos decidido que así es como debe ser.

Somos unos trabajadores incansables. Somos unos grandes profesionales. Algún día nos quedaremos sin fuerzas.

8.4.08

2.4.08

Soy el Turia


Reconozco ser un poco víctima de las predicciones del horóscopo. Tanto que a veces es como si tratara de no decepcionarlas para encajar lo mejor posible en lo que se supone que estará por llegar y que han predicho los señores de la bola de cristal.
De forma casi unánime (ese consenso a veces me inquieta, la verdad) en diversos sitios no dudan en señalar que los de mi signo se van a sentir irremediablemente solos durante el mes de abril. Lo que me faltaba por oír. Para bien y para mal.
A la apabullante sucesión de extraordinarios acontecimientos humanos que han tenido lugar en mi vida de un par de meses a esta parte, se le va a sumar la soledad meditativo-reflexiva del mes de Abril que, según el horóscopo, y cito textualmente, "no aliviará ni la familia, ni los amigos ni la pareja". Desolador panorama, a que sí?
Esta vez he decidido creérmelo al 100 % y así forzar un retiro espiritual tipo "si es que sí, bien. Si es que no, bien también". A esto se le suele llamar pasotismo. Yo lo veo como una de las actitudes más inteligentes a las que puedo aspirar hoy por hoy, porque de no hacerlo, de insistir en que todo salga según lo previsto, caeré enfermo, se me agriará el carácter, estaré tan metido en mis cosas que se me pasarán desapercibidos los aromas de la primavera, los buenos ratos con los amigos y los pequeños logros en la escuela.

Si sale ese trabajo que tiene tan buena pinta, bien. Si no, bien también.
Si quedo entre los 10 finalistas del concurso, bien. Si no, bien también.
Si con R puede llegar a haber algo más, bien. Si no, bien también.

¿No es esta actitud a lo que las filosofías orientales llaman "ser agua"? Pues estoy que me derramo! Me voy a desbordar tanto que me van a tener que reconducir como al Turia.
El otro día leí que cuando te opones a una situación o ejerces una fuerza contraria a la que esa situación lleva de por sí, estás enfrentándote a toooooodo el Universo. Ni más ni menos. Cuánto poder! Así que mejor no voy a tocar nada. Voy a ser tan flexible y tan líquido con el destino que me van a tener que congelar para que me centre y me quede quieto.