30.11.06

Acepte mis disculpas

Hace unos días recibí un comentario de un usuario que se hacía llamar "master of puppets", molesto por una desafortunada entrada mía en la que, con poco acierto, lo reconozco, enumeré y critiqué varias estéticas que no son de mi agrado.
Es la primera vez que recibo una llamada de atención de este tipo, un freno a mi, en ocasiones, exaltada soberbia. Y he de decir que me alegro por ello. Me alegro mucho.

Señor "master of puppets", sepa que no trato de sentar cátedra con cada una de las entradas que escribo. Lo que redacto está a años luz de ser un análisis mínimamente interesante, útil y no digamos ya coherente del tema en cuestión.
Admito que estuve poco acertado con aquel post y lamento que le haya ofendido a usted de algún modo. Quizá me toma por alguien menos mediocre de lo que soy y me cree capaz de elaborar sesudas reflexiones listas para imprimir y encuadernar, lo que en tal caso me halagaría sobremanera. Pero de ser así, le aseguro que dedicaría todo mi tiempo a explotar ese genio por otras vías y no en este blog.
A diferencia de lo que pueda parecer, me interesa mucho, pero que mucho la gente que me lleva la contraria, entre otras cosas, porque me avergüenza demasiado querer llevar la razón.
Son interesantes muchas de las cosas que dice en su comentario, pero quería aclararle que:
- hablaba de estética, no de estilos musicales,
- la referencia velada a mi orientación sexual o a la de los que me comentan estaba totalmente fuera de lugar y como argumento para despotricar contra lo que escribí no es válido.
- por aquí no nos dedicamos a, como dice usted, "criticar lo que odiamos". Lo que hacemos son análisis con más o menos poco fundamento que, en ocasiones, pueden parecer despectivos. Y como eso es algo que se me escapa y a veces ofende, le pido de nuevo disculpas y le animo a que siga leyéndome y a que me pare los pies cuando mis absurdas reflexiones me hagan despegarlos del suelo.

Y una última aclaración: ¿qué le hace suponer que me gusta la música disco?

29.11.06

Parámetros con los que algunos tienden a medir la inteligencia humana ajena


Me he dado cuenta de que algunas personas de mi entorno más inmediato se sirven curiosamente de los siguientes factores para evaluar la inteligencia de los demás:

- Capacidad de respuesta: no importa de dónde provenga la contestación, de hecho, cuanto más se adapte a lo esperado por los interlocutores más inteligencia se le presupondrá al sujeto emisor.

- Imposibilidad de dudar: ninguna teoría ha sido capaz hasta el momento de quebrantar el binomio "no duda-inteligencia", ni a pequeña (dudas cotidianas) ni a gran escala (las grandes dudas existenciales). La seguridad en lo que se hace y en lo que se cree es uno de los baremos fundamentales a la hora de medir la inteligencia.

- Acogimiento a la lógica imperante: llamada así por ser la más usada por la mayoría de las personas. Puede tratarse de una lógica enfermiza, vergonzosa e inútil si sólo funciona para sí misma, pero por denominarse "lógica" se la considera el estado mayor al que la inteligencia humana puede acceder. Busca una lógica registrada, hazla tuya y evita el tener que idear una propia.

- Velocidad en la ejecución de los actos motrices: la parsimonia no conduce a la inteligencia ni es sinónimo de ella, la acumulación del mayor número de experiencias en el menor tiempo posible, sí.

-Uso y comprensión de los mecanismos tecnológicos: tecnología e inteligencia van de la mano. Comprender el funcionamiento de un terminal cualquiera diseñado para obedecer nuestras órdenes y responder en función de un código previamente elaborado por una mente humana, es sinónimo de inteligencia pura y, además, lógica.

- Atesoramiento de opiniones formadas: que pueden constituirse y afianzarse mediante el consumo de medios que refuercen la opinión propia o por el exclusivo acercamiento a individuos que siempre nos dan la razón.

- Argumentación más o menos extensa del porqué de nuestras preferencias: el manido "me gusta porque sí" no denota inteligencia por parte de quien lo enuncia. Cualquiera que sea la situación en que nuestras preferencias salgan a relucir públicamente, se hará necesario acompañarlas de una argumentación coherente.

27.11.06

ManáManá

Llevo toda la mañana viendo una y otra vez este video y no puedo parar de reír...

http://www.youtube.com/watch?v=KC9FtLQJoGM

¿Soy yo el único al que le hacen gracia estas cosas? Me lo voy a recetar: un visionado cada 8 horas todos los días.

21.11.06

Quítatelo todo

Qué frío hace aquí dentro. El blog parece la casa cerrada del pueblo en pleno invierno. Me va a costar bastante caldear esto.

El tren en el que voy subido ahora alcanza ya una velocidad que no me permite apreciar el paisaje. Es todo un barrido: trabajo, almuerzo, escuela, cena y desplome sobre la cama con la mitad del cuerpo fuera y la cabeza a dos palmos de la almohada. Empieza a resultarme extraña y poco práctica la teoría de la lentitud, de la que soy un firme defensor.
Corro el riesgo de ser monotema porque desde hace un tiempo mis días giran estrictamente en torno a encajes de desnudos, estructuras óseas, colores complementarios, terciarios y composición.

Desnudos... Pensé seriamente que podría llegar a excitarme el tener delante a un modelo masculino sin ropa y en una postura sugerente. Incluso ideé recursos para evitar el posible momento en que mi paquete se hinchase, a saber, ponte la tabla encima, cruza las piernas, no le mires más allá de lo estrictamente necesario para trazar las formas... A pesar de todo, nada pasó. Prueba superada. He aprendido definitivamente a ver el cuerpo masculino como puro objeto artístico. Y lo bueno es que es un punto de partida para que deje de excitarme el desnudo per se y lo haga en cuanto a contexto y roce. Eso enriquecerá mi vida sexual, estoy seguro.
Aunque no quita para que esté deseando ver sin ese albornoz a rayas al modelo que se pasea de tal guisa por los pasillos de la escuela!

Puede que sin yo saberlo, el post esté dedicado a J.C. J.C es un compañero de clase largo, escuálido, nada desgarbado, en el que todas sus formas parecen estar consagradas a remarcar su rectitud y verticalidad: nariz recta, barbilla puntiaguda, mirada como filo de un cuchillo, corte de pelo muy uniforme, pantalones de pitillo, la delantera de las zapatillas apuntando hacia arriba y tabaco de liar que conlleva todo un ritual de movimiento de dedos y lengua.
Lo curioso es que J.C pinta la realidad más allá de como él la ve, larga y estilizada, y lo hace fiel a como él se ve. Pocas veces había presenciado algo similar o al menos tan marcado. Me refiero al hecho de proyectar de un modo tan evidente la imagen propia. Pero me tiene fascinado. Lo llamaré el chico de la insultante verticalidad o algo así.

Parece que no, pero aquí hay materia suficiente para comentar: formas masculinas, excitación sexual, qué somos y cómo lo proyectamos. No sé, en respuesta a lo primero confieso que un cuerpo masculino desnudo y estático aún me desarma. Qué le vamos a hacer.

Para Meltorm, nuestro Mentor (gracias por el truco de las fotos!)

1.11.06

1001 películas de vidas cruzadas (sin fotos, cortesía de Blogspot)

El de las vidas cruzadas se ha convertido en todo un género cinematográfico probablemente desde que a comienzos de los 90 el gran Robert Altman rodase la grandísima Short Cuts. Diría que es mi género favorito, un modo de contar historias que me fascina porque en ese microcosmos en pantalla cada vida es importante, cada historia es significativa, pero en el fondo es sólo parte de un todo, lo que las empequeñece y desprovee de importancia. Una vez más la verdad 24 veces por segundo. Mis favoritas:

Grand Canyon (Lawrence Kasdan, 1991): con la ciudad de Los Angeles como escenario (lo que será casi una constante en este tipo de películas) varias vidas se entrecruzan de un modo magistral en un guión impecable. Se diría la influencia más directa y descaradilla de la reciente Crash, uno de los últimos ejemplos del género. La convergencia de todos los personajes al borde de la inmensidad del Gran Cañón es una de las escenas más sobrecogedoras que yo haya visto en el cine.

Short Cuts (Robert Altman, 1993): a pesar de no ser la primera, es conocida como el gran precedente, la que creó escuela en muchas de las películas posteriores de los 90 que abordaron este modo de narrar. De nuevo en Los Angeles, un panal de historias que hablan de muerte, infidelidad, reproches y venganza. Ha dejado en nuestra retina la espléndida imagen del felpudo de Julianne Moore.

Happiness (Todd Solondz, 1998): otra de las imprescindibles del género. Es toda incorrección y crítica corrosiva. Sórdida y deprimente, pero maravillosa. Algo así como la versión hardcore de Short Cuts, pero trasladada a un suburbio de New Jersey. Un matrimonio, tres hermanas y sus maridos, novios y amantes ocasionales.

Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999): objeto de obsesión para servidor.Mi película favorita, no sólo del género, sino de toda la historia del cine. Supuso para mí un antes y un después. El enfant terrible que es su director abordó este proyecto con la grandilocuente idea de crear uno de los cinco mejores guiones de la historia del cine. Para muchos peca de excesivamente larga, pero entre sus innumerables méritos está el de su realización, una partitura (score) que deja sin respiración a cargo del que considero el mejor compositor cinematográfico en la actualidad (Jon Brion), los estremecedores temas de Aimee Mann y el haber dictado sentencia en el género: después de ésta, ya nunca volvió a ser el mismo... o sí?

Amores Perros (Alejandro González Iñarritu, 2000): esta vez en Ciudad de México tres historias de amor a las que acompañan perros fieles, perros de pelea o chuchos mimados. Accidente de por medio (otra constante del género) y una inmejorable carta de presentación de Iñárritu, que le cogió el gusto a esto de las historias cruzadas rodando en 2003 la menos afortunada, para mi gusto, "21 gramos" y la que esperamos con impaciencia, "Babel".

El último beso (Gabriele Muccino, 2001): la gran desconocida, la inmensa aportación italiana al género. Ocho personajes de distintas edades personifican las diferentes etapas del amor. Toma mucho de Magnolia, entre otras cosas, ese crescendo emocional impulsado por la música, pero tiene tantos méritos que debe ser incluída como un clásico del género. La interpretación de Stefania Sandrelli, una de mis actrices favoritas y algo así como la Carmen Maura italiana, es absolutamente maravillosa.

La seguridad de los objetos (Rose Troche, 2001): otra de mis favoritas. Retrato de las relaciones entre cuatro familias vecinas en el típico barrio residencial norteamericano. Personajes rodeados de posesiones a las que tienen un cariño especial y que les proporcionan esa extraña seguridad imposible de hallar en los seres humanos. Y una Glenn Close que vuelve a dejarnos boquiabiertos.

Lantana (Ray Lawrence, 2001): peliculón australiano bastante desconocido, pero soberbio. Un thriller psicológico sobre el amor que comienza con la aparición del cadáver de una mujer no identificada. La investigación que promueve el detective (Anthony Lapaglia) y el desarrollo de la historia van destapando los secretos de varias parejas en conflicto. Todo ello envuelto en una atmósfera fría y desapacible como pocas veces he visto en el cine.

Historias Mínimas (Carlos Sorín, 2002): qué gran película. Para mí lo es porque habla de algo vital: cualquier cosa, por absurda y disparatada que sea, merece la pena si para tí es importante o te hace feliz. Que un hombre dé insistentemente el coñazo con una tarta de cumpleaños que parece no vaya a llegar nunca a su destino o que una mujer recorra cientos de kilómetros para concursar en un programa cutre de tv cuyo mayor premio es un simple robot de cocina es sólo una muestra de estas historias mínimas, pero llenas de importancia, valor y dignidad.

Nueve Vidas (Rodrígo García, 2006): ya escribí una entrada comentando lo mucho que me gustó. Algo más que su evidente buen guión e interpretaciones debe tener cuando a día de hoy sigue en mi cabeza. Nueve historias de mujeres, nueve instantes que llevan anexos sus nueve vidas correspondientes, algunas de ellas entrecruzadas, otras tangenciales. Unos planos secuencia memorables y unas actrices a las que se debería premiar conjuntamente.

Para Xabi.