El placer en tu boca

Sólo existe un placer comparable al de degustar una gelatina de trufa con piel de bacalao y tuétano con caviar, seguido de un bogavante con espuma de patata caliente cocinados por el señor Adriá: expulsarlo placenteramente en forma de zurullo por el agujero del culo.
Estoy de la alta cocina, de la cultura gastronómica y del comer sano hasta el sombrerito del níscalo. Yo entiendo a mi madre cuando a la pobre le dan los sietes males viendo al Adriá cocinar con aire. Me dice: “pero, hijo, ¿eso no es cuando abrimos la ventana de la cocina para que se vaya el humo?”
Todo esta importancia que se le está dando a la comida ha llegado a sustituir a las pollas grandes o a los estudios universitarios como tópicos elevados a las alturas para esquivar la poca importancia de nuestras vidas. ¡Venga, ahora todos a comer sano, a juguetear con la comida dándole textura, cromatismo, profundidad, brillo, saturación y contraste! Ya veréis el tordo más bonito que os sale a la mañana siguiente cuya obtención, no menospreciemos, es todo un arte (ahí si que entran en juego los aires, aromas y texturas).

Como no me puedo permitir comer una cosa de esas que se sirven minúsculas en el centro de platos de medio metro de diámetro y que cuesta una paciencia de santo desarmar, me he hecho el firme propósito de alimentarme a diario de los siguientes componentes de la noble pirámide nutricional:

- Sandwiches del Vips: ojo, que aquí ya me estaría dando un caprichito porque tienen una calidad de pan excelsa que no consigue igualar ni el más fresco de los sándwiches de máquina.

- Ensaladas del Rodilla: uh, y encima ahora que son self service y ves los ingredientes in situ, ya ni te cuen.

- Palmeras de chocolate de los chinorris: con su correspondiente papel reciclado marrón grasiento para acompañar, que no olvidemos que al cabo de unos minutos y con el chocolate derretido entra a formar parte como uno más de los ingredientes de este postre legendario.

- Todo ello regado con un Aquarius o Nestea: cuya aceptación es tal que han ampliado sus respectivas gamas al blanco rosado y tinto. Existe una variedad de Nestea que se cultiva en centroEuropa caracterizada por tener gas, lo que le aporta un cuerpo y aroma diferentes.

Todos estos alimentos los puedes encontrar en tu mismo barrio y llevarlos en bolsas de plástico (lo que oyes!) para poner el broche de oro al baño de masas que supone ese descenso a los abismos del mercado de barrio, ése que el individuo Adriá quiere rescatar del olvido en que nunca cayó.

Me pongo a pensar y, la verdad, creo que existen muchos otros mejores placeres que duran unos pocos minutos en la boca y además no engordan ni cuestan tanto dinero...

me estoy refiriendo, por ejemplo, a un buen cepillado de dientes.